Certos nomes abonda con invocalos para traelos á memoria, para lembralos sobre un campo de fútbol facendo sobre todo que iso, o fútbol, cobrase categoría de función de maxia. De espectáculo para privilexiados que viron como Llanero conquistaba corazóns a base de goles e un longo percorrido dende aqueles comezos no Ara Solis, nese lugar onde xa se medra sendo mítico, e dende o que seguir un camiño asfaltado de éxito e triunfo á altura dos deuses que alí rixen o destino dos mellores.
Llanero é un dos primeiros desa lista, un xogador épico que vestíu camisolas que se soñan, pero que non soen verse sobre a pel. Compostela na División de Prata, Atlético de Madrid e Sporting de Xixón B, Orihuela, Negreira e, despois, a volta á comarca, ao Dumbría dos títulos, dos ascensos e o triple "Pichichi", nunha etapa tan espléndida como esa zurda que erguía paixóns e trofeos. Pero non só o talento, tamén a capacidade de líderar, de conseguir que o equipo enteiro xirase en torno a súa figura e destreza, carácter que sempre transformaba en intelixencia, en poderío que daba o froito dos tan desexados puntos. Llanero vivíu o fútbol ao grande, sempre coa paixón incrustada no peito, indistintamente do equipo que defendera. No Cee, o descanso do guerreiro, o último treito no que desfrutar e tamén sufrir algunha amargura, ensinar ás xeracións entrantes que habían de mirarse no seu espello inevitablemente. Anos xogando por amor, cunha tempada no Baíñas antes de voltar ao equipo branquiazul e dar lustre a unha Liga da Costa acostumada a ver desfilar por ela as súas estrelas. Llanero sempre seguirá xogando, sempre estará na historia do fútbol que todos admiramos. E diso, é imposible retirarse
CASTELLANO
Ciertos nombres es suficiente con invocarlos para traerlos a la memoria, para recordarlos sobre un campo de fútbol haciendo sobre todo que eso, el fútbol, cobrara categoría de función de magia. De espectáculo para privilegiados que vieron como Llanero conquistaba corazones a base de goles y un largo recorrido desde aquellos comienzos en el Ara Solis, en ese lugar donde ya se crece siendo mítico, y desde lo que seguir un camino asfaltado de éxito y triunfo a la altura de los dioses que allí rigen el destino de los mejores.
Llanero es uno de los primeros de esa lista, un jugador épico que vestíu maillots que se sueñan, pero que no suenen verse sobre la piel. Compostela en la División de Plata, Atlético de Madrid y Sporting de Gijón B, Orihuela, Negreira y, después, la vuelta a la comarca, al Dumbría de los títulos, de los ascensos y el triple "Pichichi", en una etapa tan espléndida como esa zurda que erguía pasiones y trofeos. Pero no solo el talento, también la capacidad de líderar, de conseguir que el equipo entero girara en torno a su figura y destreza, carácter que siempre transformaba en inteligencia, en poderío que daba el fruto de los tan deseados puntos. Llanero vivíu el fútbol #a lo grande, siempre con la pasión incrustada en el pecho, indistintamente del equipo que había defendido. En el Cee, el descanso del guerrero, el último trecho en el que disfrutar y también sufrir alguna amargura, enseñar a las generaciones entrantes que habían de mirarse en su espejo inevitablemente. Años jugando por amor, con una temporada en el Baíñas antes de volver al equipo blanquiazul y dar lustre la una Liga de la Costa acostumbrada a ver desfilar por ella sus estrellas. Llanero siempre seguirá jugando, siempre estará en la historia del fútbol que todos admiramos. Y de eso, es imposible retirarse
Llanero es uno de los primeros de esa lista, un jugador épico que vestíu maillots que se sueñan, pero que no suenen verse sobre la piel. Compostela en la División de Plata, Atlético de Madrid y Sporting de Gijón B, Orihuela, Negreira y, después, la vuelta a la comarca, al Dumbría de los títulos, de los ascensos y el triple "Pichichi", en una etapa tan espléndida como esa zurda que erguía pasiones y trofeos. Pero no solo el talento, también la capacidad de líderar, de conseguir que el equipo entero girara en torno a su figura y destreza, carácter que siempre transformaba en inteligencia, en poderío que daba el fruto de los tan deseados puntos. Llanero vivíu el fútbol #a lo grande, siempre con la pasión incrustada en el pecho, indistintamente del equipo que había defendido. En el Cee, el descanso del guerrero, el último trecho en el que disfrutar y también sufrir alguna amargura, enseñar a las generaciones entrantes que habían de mirarse en su espejo inevitablemente. Años jugando por amor, con una temporada en el Baíñas antes de volver al equipo blanquiazul y dar lustre la una Liga de la Costa acostumbrada a ver desfilar por ella sus estrellas. Llanero siempre seguirá jugando, siempre estará en la historia del fútbol que todos admiramos. Y de eso, es imposible retirarse
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